martes, 17 de julio de 2012

A Cien Años de la Masacre de Santa Maria de Iquique- Pablo Artaza , Gónzales Miranda, Susana Jiles.

En 2007, al conmemorar un siglo de la matanza obrera, la Universidad Arturo Prat de Iquique organizó un encuentro de historiadores cuyas presentaciones se seleccionan en el presente libro.

Editado por Pablo Artaza Barrios, Sergio González Miranda y Susana Jiles Castillo, A Cien Años de la Masacre de Santa María de Iquique (LOM, 2009) se plantea, en muy resumidas cuentas, como un “intento de regresar a ese momento fatídico y completar un ritual inconcluso”, según se lee en el prólogo. “De este modo se restituye el sacrificio que realizaron los caídos en la Plaza Montt, para que no sea olvidado y sea comprendido desde todos sus ángulos, sin ánimo de revancha ni de apologías extemporáneas”.
El libro se compone de cuatro capítulos y uno de ellos está dedicado a la semblanza de los protagonistas del hecho histórico. 

No puede faltar ahí un perfil a Antonio Ramón Ramón, escrito por Igor Goicovic, del Departamento de Historia de la Universidad de Santiago, donde aborda la figura del inmigrante español que intentó dar muerte al general Roberto Silva Renard, responsable inmediato de la matanza de obreros en la escuela Santa Maria de Iquique, entre los que se contaba el medio hermano de aquel, Ramón Vaca.
En su estudio, que reproducimos en esta sección, Goicovic señala un contraste a partir del siguiente hecho: “Es sin duda paradojal que este obrero español, alejado de todo activismo político y social, y por el contrario, incluso asequible y sumiso ante los requerimientos patronales, haya en un momento de su vida cogido una daga e intentado ejecutar al responsable de una de las matanzas obreras más brutales de este siglo”. 

La contraparte está dada por el perfil al general Silva Renard, escrita por el investigador de la Universidad Diego Portales Alberto Harambour, para quien Silva Renard “no era sino el eslabón más nombrado de la cadena de mando, carne de cañón y ametralladoras, cráneo de puñal: su individuación servía más para baldón eterno que para proyecto político”. 




 

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LA PEOR MASACRE



La matanza de Santa María de Iquique – constituye muy probablemente la peor masacre de la historia de la humanidad en tiempo de paz. Esto, por el número de víctimas fatales (que las estimaciones más confiables sitúan en cerca de 2.000); por la brevedad del tiempo en que se efectuó (alrededor de tres minutos); y por la extrema barbarie y cobardía en ametrallar hombres, mujeres y niños pacíficos e inermes.

De este modo, el democrático Malaquías Concha –quien estuvo en Iquique muy poco después de la masacre- denunció en la Cámara de Diputados que "sobre diez mil obreros inermes se disparó con ametralladoras, no por el espacio de treinta segundos, como dice el parte (del general Roberto Silva Renard), sino que esta espantosa carnicería ¡duró por lo menos tres minutos! ¡Se formaron montañas de cadáveres que llegaban hasta el techo de la Escuela Santa María! ¡Horrorícese la Cámara!"; y señaló que los sucesos de Iquique "son un estigma de vergüenza y oprobio para nuestra patria; acontecimientos que pasarán a la historia, señor vice-presidente, en condiciones más ominosas que las legendarias matanzas que nos refiere la historia de los primeros cristianos, que el legendario incendio de Roma atribuido a Nerón, que la matanza de San Bartolomé atribuida a los católicos contra los protestantes…que las matanzas que hoy mismo se llevan a cabo, en Turquía, contra los cristianos, en Rusia, contra los judíos" (Boletín de Sesiones de la Cámara; 30-12-1907).

Sin embargo, lejos de horrorizarse, la Cámara aprobó la barbarie, con sólo cuatro excepciones (además de Concha, el democrático Bonifacio Veas, el radical Daniel Espejo y el liberal Arturo Alessandri Palma). El liberal Luis Izquierdo llegó al extremo de admirar la frialdad y premeditación con que se efectuó; al decir que los oficiales que la habían ordenado "han cumplido su deber, el más amargo, el más cruel de los deberes que pueden corresponder a hombres de corazón y de honor. Y mientras no se nos pruebe –lo que no se nos probará- que ha habido de su parte imprudencia, impremeditación, arranques de cólera, algo que revele el abandono de la calma y de la serenidad, propias de la hora, debemos inclinarnos con respeto delante de ellos" (Boletín de la Cámara; 4-1-1908).

Más tarde, frente a las insistentes solicitudes de interpelación al ministro del Interior por parte de Alessandri, Concha y Veas; Izquierdo añadió la obscenidad, al plantear que "concluyamos una vez, con este asunto (de Iquique) que está demasiado fiambre" (Boletín; 6-2-1908).

A su vez, el ministro del Interior, el nacional Rafael Sotomayor, no solo justificó la matanza como "inevitable para cumplir el deber de mantener el orden y de dar garantías a las vidas y a las personas", sino que además hizo un encendido elogio de sus autores: "¿A qué conducen, pues, las expresiones ofensivas contra las autoridades que libertaron al pueblo de Iquique de los desmanes de turbas inconscientes contra la propiedad y la vida de los ciudadanos?...Ellos, impidiendo ese movimiento subversivo, han salvadp al país de una vergüenza y de futuras complicaciones internacionales…el instinto de conservación social (de los diputados críticos) debería inducirlos a elogiar y aplaudir su conducta, como un estímulo y un ejemplo digno de imitarse por parte de aquellos a quienes la sociedad ha confiado la defensa de su vida e intereses" (Boletín; 2-1-1908).

Por su parte, "El Mercurio" señaló que "es muy sensible que haya sido preciso recurrir a la fuerza para evitar la perturbación del orden público y restablecer la normalidad, y mucho más todavía que el empleo de esa fuerza haya costado la vida a numerosos individuos…el Ejecutivo no ha podido hacer otra cosa, dentro de sus obligaciones más elementales, que dar instrucciones para que el orden público fuera mantenido a cualquiera costa, a fin de que las vidas y propiedades de los habitantes de Iquique, nacionales y extranjeros, estuvieran perfectamente garantidas. Esto es tan elemental que apenas se comprende que haya gentes que discutan el punto" ("El Mercurio"; 28-12-1907).

Poco después, el mismo diario, frente a una amenaza de huelga general destinada –entre otras cosas- a "obtener del poder público la separación y castigo del general Silva Renard y del Intendente de Tarapacá (Carlos Eastman)" se preguntaba: "¿Cómo podría el Gobierno acceder a un castigo de funcionarios que han cumplido su deber?" ("El Mercurio"; 4-1-1908).

Al constatar esta mentalidad se hace plenamente comprensible la promoción y el apoyo de la derecha chilena a una dictadura que –en aras de la conservación de sus privilegios sociales- desarrolló una política sistemática de terrorismo de Estado que se tradujo en decenas de miles de desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y torturas.

Fragmento de Felipe Portales Sociologo.



lunes, 16 de julio de 2012

G. Salazar: Mercaderes, Empresarios y Capitalistas








Versión editada del seminario acerca del libro "Mercaderes, Empresarios y Capitalistas (Chile, Siglo XIX)" de Gabriel Salazar.

En esta ocasión Gabriel Salazar, Profesor de Historia de la Universidad de Chile y Premio Nacional de Historia, analizó las ideas centrales de su último libro, que aborda la relación entre la acción económica y empresarial y el orden político a fines del siglo XIX.

Comentaron el libro Alfredo Jocelyn-Holt, Historiador y Profesor de la Escuela de Derecho y de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, y Rolf Lüders, Profesor de la Facultad de Economía de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Historia de los movimientos sociales chilenos (1890-1932)



Documental que busca dar un esbozo interpretativo sobre la historia de los movimientos sociales chilenos durante el siglo XX; tomando como eje central su relación con el Estado y los partidos políticos.




GREGORIO OSSA CERDA Y “OSSA Y ESCOBAR”. UN BANCO DE AVÍOS MINEROS, C. 1855-1884 LUIS VALENZUELA




RESUMEN
En el presente artículo se estudia un ejemplo de las instituciones de crédito creadas a mediados del siglo XIX para el fomento de la actividad minera en la zona de Atacama. La firma “Ossa y Escobar”, creada en 1855 por el rico banquero copiapino Gregorio Ossa Cerda, se convirtió en uno de los habilitadores mas importantes de la zona de Atacama, en pleno crecimiento debido al descubrimiento de ricas minas de plata como Tres Puntas y Chimbero en la década de 1840, y posteriormente extendió sus actividades al mineral boliviano de Caracoles, descubierto en 1870. Sin embargo, la no diversificación de sus actividades, y la decadencia de las explotaciones mineras, condujo a la decadencia y liquidación final de la firma en 1884.
PALABRAS CLAVES: Instituciones de crédito, banco de avío minero, crédito, inversiones, especulación minera.



ABSTRACT
In this article, the author analyzes an example of credit institutions who have been founded at 1850s to foment the mining activity in Atacama‟s zone. The firm “Ossa y Escobar”, was created in 1855 by the rich Copiapó banker Gregorio Ossa Cerda, and became one of the most important mining ventures of a zone in rapid growth due to the discovery of rich silver mines in Tres Puntas and Chimbero, in the 1840s, and subsequently, extended to the Bolivian mine camp of Caracoles, discovered in 1870. However, the firm did not diversify its activities, and this, plus the decadence of mining in Atacama, carried the firm to its final liquidation in 1884.
KEYWORDS: Credit institutions, mining lending bank, credit, investment, mining speculation.


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Imágenes de la Cuestión Social, Chile Siglos XIX-XX


Mineros Salitre




 "un cepo en que amarraban al obrero..." Castigo a los obreros salitreros.






"Viviendas obreras dentro de las salitreras, "mejor habita una caracol en su concha"..."





Conventillo, 1920






Buscando alimento en la basura, "Las condiciones no eran buenas"

Igor Goicovic Donoso- Entre el Dolor y la Ira. La venganza de Antonio Ramón Ramón







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